martes, 28 de diciembre de 2010

Siempre me ha fascinado el ruido. Recuerdo ser muy pequeño y quedarme sentado al lado de la depuradora de la piscina de mis abuelos a escuchar el ruido. El ritmo de la mecánica, los engranajes, el motor... Incluso hoy en día me seduce pararme a escucharlos cuando suceden. Los grabo, los guardo para cuando tenga la oportunidad de usarlos. La rotación dislocada de una cámara de seguridad, un telefonillo estropeado, la suspensión de un tren de cercanías, etcétera.

El ruido es para mí la forma de expresión más valiente. Dejemos de lado la música que se centra en la corrección tonal y en la precisa elección de acordes y centrémonos en la expresión. En la parte de la música que expresa. Para mí expresarse con instrumentos bellos resulta infinitamente más sencillo que con ruido. Un violín, una flauta, cuatro notas bien puestas y ya puedes provocar hasta una lágrima. Con ruido esto no ocurre de la misma manera, resulta mucho más complejo. La labor de los ruidistas tiene el mérito de expresarse a través de lo que nadie quiere escuchar. Un pitido, un golpe, el "hum" de fondo de una máquina en marcha. Convierten en un medio válido de expresión todo aquello que, aislado, nos disgusta.

Imaginad una película cuyo reparto está compuesto de la gente más fea, deforme y genuínamente desagradable que podamos encontrar. Cada una de esas personas debe tener una parte de ellos mismos que es bella. Algo que al director le sirva para, por lo menos, un plano. La sonrisa de aquél, los ojos de ésta, el pelo de aquélla y las manos del otro de más allá. Imaginad que ese director es capaz de hacer una película que, a base de secuenciar los planos de esas partes de lo feo que nos resultarían más agradables, termina siendo una obra expresiva, que, en algunos momentos, nos pudiera llegar a emocionar.

Para mí eso es el ruidismo y lo que más respeto de los artistas que se dedican a ello. El acercarse a lo feo e intentar enseñarnos que no tiene por qué serlo. Luego está en nosotros querer verlo o no.



- Nano

1 comentario:

  1. «Tengo un problema con la fotografía digital: es demasiado perfecta. Si la vida no lo es, ¿por qué pretenderlo?»

    Benjamin Goss

    http://www.benjamingossphotography.com/

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